jueves, 19 de enero de 2012

Cuentos de Amador.

8. El faquir.























—Hay alguien flotando en la plaza.

       Con esa cantinela entró Sandalio, el vagabundo de la sonrisa triste, en la taberna de Bienvenido cuando aún no empezaba el día. Aquella mañana todo parecía a medio hacer, como si el mundo no terminara de despertar. Las aves nocturnas volaban desconcertadas en un alba detenido mientras la niebla temprana se fundía con las primeras sombras de la tarde anterior. Las flores quedaron a medio abrir en los jardines y los gallos se miraban inquietos sin decidirse a cantarle a un día que no llegaba. El Pulga, en los prados del norte, se afanaba en despabilar a sus ovejas que, por primera vez desde siempre, acudían con retraso a su encuentro.

       Hacía muchos años que en la aldea no pasaban ya esas cosas de cuento. Desde la llegada del Padre Anselmo se había instaurado en el lugar una normalidad ordinaria a golpe de sermón y procesiones. Sin embargo, aquel día parecía como si alguien se hubiera olvidado de darle cuerda al reloj. Los vecinos se atuvieron a sus horarios refugiándose en sus quehaceres cotidianos. Perplejos, hacían como que no pasaba nada, pero cundía cierta congoja. El pueblo parecía contener la respiración esperando algún acontecer y la gente llevaba el paso como cambiado, torpe, valdría decir tardío.

       Bienvenido dejó de pulir las copas súbitamente y con un movimiento inconsciente de su muñeca se colgó el trapo en el hombro:
       —¿Cómo has dicho, Sandalio?
      —Hay alguien flotando en la plaza —repitió indiferente el muchacho mientras buscaba un fósforo en sus bolsillos.

jueves, 12 de enero de 2012

Crónicas ergo Haikum*... o viceversa.







 











Hay veces, no demasiadas, en que el payaso Kum* se quita el sombrero. Hay otras, bastante insólitas, en que se saca además la nariz de payaso. Entonces, esas veces tan inusuales, ya no está el payaso Kum*, desaparece. No nos queda sino Karlos*, un tipo ordinario, frecuente, como todos los demás, igual de invisible y de como somos,... Yin-yang.

       Karlos* no escribe en "Haikum*...", tiene su propio lugar, chiquito, incierto y doméstico. Sublime y convencional,... como todos los lugares, como todos los instantes, normal. Es un lugar hermano a Haikum*, en realidad, anterior. Si no tiene usted tiempo para perder, vuélvase por donde ha venido y siga con sus asuntos.  "Crónicas..." es un espacio donde la verdad y la mentira son, como siempre, sinónimos, donde sólo hay introspección... hacia fuera, como siempre. Un sitio plagado de puntos suspensivos donde de pronto te llueven asteriscos despeinados, como cualquier día en cualquier sitio moliente. Es decir, un lugar muy tan usual, donde se va usted a encontar un payaso vestido sólo de hombre normal.

       Dijo una vez aquel sabio: Nunca veas a una puta con luz de día ni a un payaso sin su disfraz.

       Bien, si es usted de los que se pasan a los sabios por la nariz de payaso... sea bienvenido en "Crónicas...", donde no hay, en realidad, nada que aprender. Donde todo es del revés y todo se desaprende. Como debe ser... si se mira uno al espejo de culo y sin complejos.      

       Queda usted, pues, invitada y advertido. Y también, viceversa. Es decir... usted misma. O mismo. Sean bienvenidos todas a la mente de un payaso sin nariz.

       Besos, besos payasos... todavía, ya que aún no cruzó usted la linea que separa lo uno de su igual.

       ...o viceversa.